Hay personas declaradas amantes de la Navidad. Hasta tal punto encuentran esta época adorable que recorren el mundo buscando tiendas que les trasladen a la Navidad incluso fuera de temporada. Pues a todas ellas les diré que en Nápoles tienen una cita ineludible. La céntrica calle de San Gregorio Armeno acoge el mayor número de artesanos de belenes que he visto jamás. Nunca antes me había topado con semejante derroche de imaginería sobre nacimiento de Jesús. Y conociendo Nápoles, el belén napolitano no podía ser sencillo ni sobrio, sino todo lo contrario: es barroco y excesivo. Por eso es también uno de los más personales con que me topado.
La calle del belén napolitano
San Gregorio Armeno es una calle estrecha y tumultuosa con la que te toparás si paseas por Via dei Tribunali y el centro histórico de Nápoles. Durante todo el año es un espectáculo pero en Navidades se convierte en un lugar indispensable. Allí se puede conseguir cualquier figura o accesorio para el belén: molinos, mesas, pastores, reyes magos… No hay límite a la imaginación y los napolitanos han sabido hacer negocio de una de sus tradiciones más preciadas, ya que venden sus artesanías por todo el mundo.
Artesanos belenistas, una profesión que se hereda
En mi incursión a esta calle me topé con el taller de Marco Ferrigno. Entré en su tienda porque había artesanos belenistas trabajando ante los ojos de los visitantes. Me pareció increíble ver cómo daban color a las figuras y más todavía la amabilidad con que me invitaron a visitar el museo, situado en la planta superior. Cuando entré no podía creer lo que estaba viendo. Ante mí se abría un verdadero laberinto de pasillos y habitaciones con figuras y escenas del típico belén napolitano hasta el techo. Y al fondo, Marco junto a dos trabajadores ensartando pequeñas figuritas entre sus manos.
Marco es la cuarta generación de belenistas y me contó que su familia siempre ha tenido el taller en el mismo lugar. Por aquí ha pasado desde Sofía Loren a Silvio Berlusconi y seguro que se sorprendieron tanto como yo. El belén napolitano se caracteriza por mezclar lo sagrado y lo profano, por dar vida a escenas cotidianas del Nápoles del siglo XVIII, por la riqueza de las sedas, el detalle de los accesorios, el colorido de los ropajes… Realmente donde posaba el ojo había una obra de arte.
Una tradición impulsada por Carlos III
No hay una fecha precisa sobre cuándo empezaron realmente a recrearse las escenas de la Natividad. Sí se sabe que el setecientos fue la época dorada de esta tradición. Coincidiendo con el reinado de Carlos III en Nápoles, la costumbre de montar el belén salió de las iglesias para adornar las estancias de los palacios de la nobleza napolitana. Los nobles contrataban a los mejores artesanos para tener unos belenes cada vez más ricos y vistosos. Los ropajes, las caras, el porte y las escenas responden al siglo XVIII, y ese estilo rococó es el que han prevalecido.
Crear una escena de este tipo puede llevar hasta cuarenta días de trabajo y el precio ronda los 2.000 euros. Marco vende muchos belenes en España, sobre todo en Málaga y Sevilla, y cada vez más demandan su artesanía en Latinoamérica. Claro que si buscas llevarte de Nápoles un recuerdo algo más económico y menos estacional, en su taller, y en la mayoría de los de esta calle, podrás hacerte con una figura de Polichinela, el sátiro y hambriento personaje que encarna el espíritu pícaro y artístico de los napolitanos.
Rincones curiosos en los alrededores de San Gregorio Armeno
Iglesia de San Lorenzo Mayor. Uno de los máximos exponentes del gótico al Sur de Italia. A parte del claustro y la iglesia, no te pierdas el tour Nápoles Subterráneo, donde puedes encontrar restos de la ciudad hasta de la época griega. Esta experiencia solo es apta para los NO claustrofóbicos. Avisados quedáis.
Ver la única intervención de Banksy de toda Italia. Está en la plaza de San Gerolomini. Atentos al revólver que hay sobre la cabeza de la Madonna y el atrezzo añadido por los napolitanos, léase crucifijo y cesto de mimbre. Estas cestas se usan para subir y bajar cosas de casa sin tener que poner un pie en la calle. Es una costumbre muy napolitana que verás constantemente en acción.
Si te gustan los osarios y todo lo que tiene que ver con las calaveras y tendencias góticas, déjate caer por la cripta de Santa María de las Ánimas del Purgatorio, en Via dei Tribunali. La entrada vale 5€.
No dejes de visitar la Capilla de San Severo y emociónate con el Cristo Velado, la escultura que ocupa el centro de esta iglesia sin consagrar que, durante el siglo XVIII, fue el lugar de reuniones secretas la masones. Entre ellos el mismísimo Príncipe San Severo, que también era alquimista y ordenó construir la capilla.
Callejea, callejea y callejea. Nápoles es una ciudad viva, de comercios abiertos hasta tarde y gente en la calle de una amabilidad extrema. Puede pasarte como a mí y acabar en medio una folclórica procesión. Y no te extrañes si entras a un bar y tienes el café pagado. Será porque te han invitado a un caffé sospeso, una tradición que todavía perdura en el centro de la ciudad y que consta de dejar el café pagado para la persona que venga después. Fantástico.
¿Conocías la larga tradición del belén napolitano? ¿Qué otros belenes del mundo te han sorprendido? Cuentame…
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