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Para la escapada que te propongo a continuación necesitas coche, un buen sistema con GPS que te guíe por las carreteras italianas y ganas de comerte este país afortunado. A partir de aquí prepárate a disfrutar porque te llevo a conocer Civita di Bagnoregio. Antes de abandonar esta zona del Lazio que limita con La Toscana pasaremos por Bolsena. Una ciudad en la orilla de un lago con el mismo nombre determinante dentro de la tradición católica. En seguida sabrás por qué. ¿Vamos?

Civita di Bagnoregio

Este lugar de ensueño está a poco más de dos horas de Roma. Si vas temprano, que es lo que te propongo, comprobarás que se levanta ante ti una ciudad en lo alto de una roca envuelta por la bruma. Ofrece una imagen irreal, misteriosa, casi espectral. Una imagen de fábula reforzada por las edificaciones que coronan el montículo, todas ellas de la Época Medieval y muy bien conservadas. A mí me recordó la escena en la que los protagonistas de ‘El Nombre de la Rosa’ se acercan a la Abadía. El viaje en el tiempo, pues, está asegurado.

Fotos Civitta di BagnoregioFotos Civita di Bagnoregio Plaza

Civita di Bagnoregio está aislada. Para llegar a ella tendremos que atravesar un puente de 300 metros de longitud. Es la única manera de de acceder y solo se puede atravesar a pie. Desde hace algunos años los 15 vecinos que viven aquí tienen permiso del ayuntamiento para cruzar el puente en bici o en moto, pero solo durante las horas establecidas. Todos los esfuerzos son pocos para preservar este bonito municipio que lleva camino de convertirse en un espejismo. A causa de la erosión, Civita se desmorona. El terraplén arcilloso sobre el que se levanta va escurriéndose milímetro a milímetro por los laterales, de ahí el sobrenombre de ‘La ciudad que muere’.

Fotos de Civita ladera

Fue fundada por los etruscos hace más de 2.500 años pero no hay datos del nombre que le dieron. El actual, Civita di Bagnoregio, es bastante posterior y equivale a ‘los baños del rey’, en referencia a unas aguas termales que según la leyenda curaron a un rey longobardo. No es la única. De leyendas, digo. La iglesia de San Donato custodia un crucifijo de madera al que se le atribuye la curación de todos los vecinos afectados por una epidemia de peste a mediados del 1.400; y en una de las grutas etruscas se dice que se curó San Buenaventura, eso después de que su madre invocara al mismísimo San Francisco de Asís.

Fotos de Civita di Bagnoregio. Iglesia

Para llegar a la parte histórica de Civita di Bagnoregio aparcaremos el coche en el centro de la villa nueva. Desde allí un autobús nos llevará casi hasta los pies del precipicio del Belvedere, sobre el que se suspende el puente. Un paseo que también se puede hacer a pie.

Bolsena, donde nació el Corpus Christi
Fotos de Bolsena

De vuelta a Roma haremos una parada en Bolsena. Aquí me detendré en Iglesia de Santa Cristina para contarte dos leyendas relacionadas con este templo. Una es la de la misma Santa Cristina.

Bolsena 6
Cripta de Santa Cristina

 

Año 304. Cristina tenía 11 años cuando su padre la torturó cruelmente al no conseguir que renunciase al cristianismo. Un poco tozuda, la niña. No contento, más tozudo era el padre, la encerró y la condenó a muerte atándole una piedra al cuello para después echarla al lago de Bolsena. Hubiese muerto de no aparecer dos ángeles que la sacaron a flote. Pero no sirvió de mucho porque los secuaces del padre la asesinaron igual, esta vez atravesándole el corazón con una lanza. La iglesia se levantó siglos más tarde en su honor. El templo de Santa Cristina se conoce también como ‘La Iglesia del Milagro de la Eucaristía‘. Te cuento…

Monumento Corpus Christi

Imagen de Santa Cristina

1263. Érase un sacerdote con muchas dudas de fe. Dudaba, por ejemplo, de la presencia de Jesús en la hostia y el vino consagrados. Un domingo, mientras daba misa justo aquí, la hostia empezó a sangrar en el momento de la consagración. Confundido, la envolvió y la llevó a la Sacristía dejando un rastro de gotas de sangre tras él. Muy asustado el sacerdote contó lo sucedido al Papa Urbano IV. El Papa reconoció el milagro e instauró una fiesta para toda la iglesia llamada Corpus Christi, que homenajeaba la presencia de Cristo en la Eucaristía. Aseguran que unas manchas que hay sobre el mármol son las gotas de sangre vertidas por la hostia consagrada aquél día.

 

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