Seis motivos para visitar Rimini

Hablando con los vecinos, qué le voy a hacer si me pierde entretenerme con la gente, me decían que muchos italianos, sobre todo los de espíritu algo snob, despotrican de Rímini. Les parece un destino vulgar, de sol y playa y hecho a medida para la gente joven y familias de clase media.

Es cierto que el término de Rimini, con 15 km de playa, es uno de los que más tiempo lleva dedicándose al turismo, el primer hotel aquí se abrió en 1843. Pero yo a todos estos snob les aconsejaría que se dejasen de prejuicios, porque solo con pasear por sus calles uno se da cuenta de que ha sido una ciudad muy importante en el contexto de Italia. Y si no me crees te voy a dar seis motivos para visitar Rimini y que lo coloques entre tus destinos deseados para una escapada de verano.

1 Sí, Rimini es un destino de sol y playa

Pero es lo que buscamos con el buen tiempo ¿no?, broncearnos, pasear, unas cañitas al borde del mar… Con sus hoteles, apartamentos y bares, el perfil del litoral de Rímini es muy parecido al de cualquier ciudad turística española. Eso sí, aquí nunca se llegó a las barbaridades urbanísticas que se han cometido en algunas zonas del Mediterráneo español. Créeme, soy de Alicante y sé de qué hablo. Y lo mejor de todo es que de la playa al centro histórico solo hay un pequeño paseo. ¿Te apuntas? Pues vamos.

Me encantó Rimini ¿se nota?

2 Rímini imperial

Recorriendo su patrimonio no hay duda de que esta ciudad fue un enclave crucial de la Roma Imperial y una buena muestra de ello la tenemos en el Arco de Augusto. Construido en el año 27 a.C., está considerado el más antiguo que se conserva en la actualidad. Marcaba el final de la vía Flaminia, la única que durante muchos siglos unió Roma con Rímini, es decir la capital del Imperio con sus posesiones del centro y Este de Europa. Por aquí pasaba el comercio, el avituallamiento de las tropas, los prisioneros y todos los soldados y legados encargados de mantener a raya los límites del Imperio Romano.

Rímini es una ciudad con mucha animación y vida en las calles. Y en contraste con otros lugares del centro o sur de Italia, sorprende que la gente use tanto la bicicleta. Influye que la ciudad sea completamente llana y que el centro esté restringido al tráfico. Por su orden y tranquilidad, te animo a que alquiles una y recorras sus calles y zonas verdes. El Parque del Lago pasa muy cerca del Arco de Augusto y cruza toda la ciudad hasta la playa. En bicicleta o sin ella, te llevo al otro punto de interés de la Roma Imperial. En el otro extremo del centro histórico está el Puente de Tiberio.

Este puente atraviesa el río Marchena y afortunadamente no fue bombardeado durante la II Guerra Mundial, cosa que debemos agradecer porque es una auténtica joya. Construído en el s. I a.C. sorprende lo bien conservado que está y todavía llama más la atención que esté abierto al tráfico motorizado. Pero eso es por poco, porque entre los planes de la ciudad está hacerlo completamente peatonal. Si en la antigüedad este puente unía el Imperio con el resto de Europa, hoy da acceso a uno de los barrios con más encanto de la ciudad: el borg.

4 El borg o tras las huellas de Fellini

El borgo de San Michelle, llamado popularmente borg, era el antiguo barrio de pescadores. Pasear por él es una delicia, ya que todas sus viejas casas han sido rehabilitadas y pintadas de colores. Te llamarán la atención los murales que hay en muchas de ellas, unos murales creados por artistas locales y que repasan la vida de Fellini a través de sus obras. Fellini nació en Rimini en 1920 y siempre hizo gala de sus orígenes, tanto que la película Amarcord está ambientada en esta localidad y el cine Fulgor, ahora en rehabilitación, es un protagonista más del film.

No es para menos ya que se dice que en esta sala empezó el idilio de Fellini con el séptimo arte. Te recomiendo que pasees sin prisa por estas callejuelas al atardecer y que no te vayas de aquí sin tomar un aperitivo en una de sus tranquilas plazoletas.

5 Esplendor medieval

Si la huella Imperial es patente, la Medieval no es menor. La plaza Cavour es el corazón y centro vital de Rímini. Cada sábado acoge el mercado y sobre sus adoquines expanden las terrazas varios cafés y heladerías. Aquí está el Ayuntamiento y el palacio del Arengo, ambos magníficos ejemplos de la arquitectura civil de Renacimiento. Y en el fondo de la plaza se levanta el Teatro Municipal, inaugurado en 1857 por el mismo Giuseppe Verdi.

Pero sin duda el lugar que más me cautivó es el antiguo mercado del pescado, del 1747. Aquí las pescateras vendían le poveracce, que es como llaman en Rímini a las almejas. Adoptan este nombre porque eran las mujeres de familias muy pobres quienes las buscaban entre la arena de la playa para luego venderlas aquí. Alrededor de este antiguo mercado hay muchos bares y cervecerías, y es uno de los puntos de la movida nocturna.

En el plano pictórico tienes que visitar el Templo de Malatesta, con una fachada que se asemeja a un templo clásico y que se empezó a construir a mediados del mil cuatrocientos. Dentro puedes admirar el crucifijo de Giotto. Otro punto neurálgico de la ciudad es la Plaza de los Tres Mártires.

Originalmente se llamaba de Julio César y era el punto donde se cruzaban las calzadas de Roma y Milán. Más tarde se cambió el nombre para honrar a tres jóvenes que fueron ajusticiados aquí durante la II Guerra Mundial por las tropas nazis. Aunque menos espectacular que la Plaza Cavour, esta plaza es el otro de los centros neurálgicos de la ciudad.

6 Y para comer… Piadina

Tenía ganas de llegar a este punto porque viene a echar por tierra el mito de que en Italia solo se come pizza. Pues no señor. Aquí la comida más popular y frugal de la zona es la piadina. Una torta fina y un poco crujiente hecha a base de agua, harina, sal y aceite y rellena al gusto.

Esta en concreto es de Piadina e Cassoni Lella. La clásica lleva un queso de untar de la zona, jamón y rúcola pero yo he probado también otra de cebolla y salchicha riquísima. Según me contaron, es tradición tomarlas una o dos veces por semana. Antiguamente se amasaban en casa y la mamma, cómo no, comía de pie porque era la encargada de cocer las piadine para cada uno de los comensales, porque se come siempre caliente.

De bruces con la bella Italia

Para nuestra estancia en Rimini optamos por un Arbnb cerca del Arco de Augusto y fue una excelente elección. Acostumbrada a Roma, desde el principio me sorprendió la limpieza y el orden de la ciudad. Pero mi idilio se rompió el último día, cuando se sucedieron los imprevistos.

Era domingo y nuestro tren salía a las 17h y al no poder dejar las maletas en casa de nuestra anfitriona, uno de los inconvenientes de alojarse en un Arbnb, decidimos dejarlas en la estación. Craso error porque debido a una ley de orden público, la estación de Rímini no tiene consigna. La Oficina de Información Turística, junto a la estación, se hace cargo de guardar las maletas de los viajeros, pero como era domingo cerraban al medio día. Afortunadamente tenemos unos amigos en Rímini y pudimos dejarlas unas horas en su casa. Pero nuestra mala fortuna no había terminado. Debido a un problema en las vías, nunca nos especificaron nada más, el tren que debíamos coger llevaba un retraso de más de una hora, con lo irreversiblemente íbamos a perder el enlace de Bologna a Roma. Total, el final del viaje fue un caos y nos devolvió de bruces a la realidad de Italia, donde muchas veces las cosas no funcionan como deberían. Pero volveré a Rímini.

Puedes llegar a Rímini en tren, avión (aeropuerto internacional Federico Fellini), bus, coche o barco.

¿Conoces Rímini? ¿Has tenido algún problema con los trenes en Italia? Cuéntame…

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