Son muchas las citas que uno se marca en Roma y a veces el tiempo no es suficiente. La estancia media en la ciudad es de tres a cuatro días, se trata de fines de semana largos para visitar esta gran capital patrimonial. Lo malo de esto es que si lo que te gusta es saborear los destinos, descubrir matices, tratándose de Roma es un tiempo insuficiente. Lo bueno es que siempre puedes volver, sobre todo si vienes de España, donde la oferta de vuelos y precios es muy amplia.
1. Selecciona bien tus recorridos
Digo esto porque con los tiempos tan ajustados y la enormidad que puede suponer Roma para el turista medio, hay rincones que pueden pasar desapercibidos. Esto suele suceder con el lugar que a continuación te cuento. Prepárate para conocer El Moisés de Miguel Ángle.
2. Después de ver el coliseo y los foros, retrocede una parada de metro
Situémonos en la parada de metro Cavour, una antes de Coliseo. A la salida cruzaremos la Via Giovani Lanza para subir un pequeño tramo de escalera de nada. 63 escalones. No es un gran esfuerzo pero como seguro que te has pateado casi todo el centro histórico de Roma, te parecerá demasiado. Confía en mí, tendrás tu recompensa.
Por un lado cambiarás una calle con tráfico y un tanto caótica por una callejuela empedrada y muy tranquila, Via delle Sete Sale.
Unos metros más adelante se abrirá una plazoleta y aquí está el lugar que te recomiendo: la basílica de San Pietro in Vincoli. Igual te suena a tópico, pero estás a punto de disfrutar de una de las principales joyas del Renacimiento, corriente artística que fascina a Javier Reverte y que tiene en la ciudad de Roma uno de sus máximos exponentes.
3. Antes del Moisés, hay un milagro del que te quiero hablar
San Pietro in Vincoli significa en español San Pedro Encadenado y se llama así porque la basílica guarda en su interior una reliquia con una historia digna de un guión de cine. En el altar hay un relicario iluminado con un objeto que atrae la atención de las decenas y decenas de católicos que se desplazan hasta aquí: unas cadenas.
Nos situamos. Finales del s. III. Según la creencia Eudoxia, mujer del emperador Teodosio II, viaja a Jerusalem. Allí la emperatriz recibe un regalo: las cadenas con las que se ató a San Pedro mientras fue prisionero en Tierra Santa. La emperatriz dividió en dos la reliquia enviando una parte a Constantinopla, para su marido, y la otra a Roma, donde vivía su hija.
Hablamos del año 400, más o menos, y en Roma ya se veneraban las cadenas con las que San Pedro estuvo amarrado durante su martirio y muerte en el año 67, bajo el mandato de Nerón. La hija de Eudoxia enseña las cadenas al Papa León el Grande que las pone junto a las que se veneraban aquí y…, ¡milagro!, las dos cadenas de acero se fundieron en una sola y no se separaron jamás. Bien pues estas son las cadenas que se pueden ver en San Pietro in Vincoli y que dan nombre a la basílica.
4. Finalmente, el Moisés de Miguel Ángel
Sin embargo no es este el tesoro más venerado por los visitantes del templo. La mayoría de los viajeros vienen aquí atraídos por una de las grandes obras del Renacimiento: el Moisés de Miguel Ángel.
Miguel Ángel responde al arquetipo de artista de la época que dominaba todas las disciplinas: fue pintor, escultor y arquitecto. El Moisés apabulla por sus dimensiones pero todo tiene una explicación. Fue diseñado como monumento fúnebre de un Papa, Julio II, y su lugar no iba a ser esta basílica sino la de San Pedro del Vaticano. La falta de financiación obliga a Miguel Ángel a reducir las dimensiones iniciales de esta obra pasando de las 40 estatuas proyectadas en 1505, a las 3 finales de 1545. Sí, has leído bien, 40 años tardó en completarla.
La falta de dinero tuvo que ver, pero no solo eso. Entró en juego otro factor clave: el tiempo. Mientras Miguel Ángel supervisaba en Carrara el mármol que iba a necesitar, el mismo Papa le hace otro encarguito de nada: pintar el techo de la Capilla Sixtina. ¿Cómo te quedas? Pues eso, que hasta que no terminó el ‘trabajito sixtino’ no retomó el Moisés. Para entonces también había muerto Julio II, que yace aquí.
Muchos dicen que es la obra culminante de Miguel Ángel. El Moisés al centro es grande, fuerte, poderoso y parece que vaya a levantarse de un momento a otro sobre sus musculosas piernas, que están en tensión. El dominio de la técnica del maestro imprime ligereza a su túnica, que cae sobre su cuerpo retorciéndose en pliegues, igual que la barba que se enreda entre las escrituras. Hay cierta contención y furia en su rostro.
Parece que frunce las cejas y que de un momento a otro vaya a gritar. Es sobrecogedor y sorprende lo cerca que está. Eso sí, para ver todos estos detalles de los que te hablo intenta llevar suelto, con un euro será suficiente, ya que es la cantidad necesaria para que se accionen los focos y se ilumine la zona del monumento funerario.
5. La mejor hora para verlo
Hay que estar atentos al horario de la iglesia y mi recomendación es ir temprano por la mañana o a primera hora de la tarde, cuando la luz es más bien tenue. Con el Moisés me pasa como con el Panteón, me fascina, solo que con una diferencia importante: el número de turistas que llegan hasta San Pietro in Vincoli es infinítamente menor. Y esto hablando de Roma es todo un lujo.
En esta iglesia podrás disfrutar de otras tumbas de aire gótico bastante interesantes. Pero claro, al lado del Moisés…
Horario de visitas de San Pietro in Vincoli:
Mañanas de 8:00 a 12:30 y tardes de 15:30 a 19:00
Qué puedes ver cerca: El bohemio barrio de Monti, los Foros Romanos y El Coliseo.
¿Has visto el Moisés? ¿Conocías la historia de las cadenas de San Pedro?
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Muchas gracias, muy util.